mardi, février 19, 2008

Daisy

Si he de confesar la verdad, siempre quise ser puta, se lo dije por primera vez a mi madre cuando tenia apenas unos siete años, por supuesto no sabia que era ser puta, solo sabia que en la esquina de la cuadra en la que vivíamos había una casa grande, con focos de colores en la entrada y un piano que me despertaba de noche en noche, una vez escuche decir a una vecina que era un casa de putas y entonces decidí que yo quería ser una de ellas y vivir en una casa así.


No se exactamente si fue porque le conté mi plan de vida a mi madre o porque mi padre empezó a equivocarse de casa y a entrar a la casa de la esquina pero en menos de dos meses salimos de Michoacán con rumbo a los Estados Unidos, mi papa decía que aquí siempre hay trabajo y muchos billetes verdes, mi madre solo decía que prefería que nos enviciáramos en ingles y no en lengua de indios, la verdad no entendía muy bien pero siempre era emocionante esconderse en las camionetas cubiertas en las que viajábamos para que nos encontrara la policía, nos fuimos con algunos otros paisanos, mis abuelos y mi hermano mayor Vale (Valentín es el completo pero le gusta que le diga Vale) iban en otra camioneta junto con el pollero y mis papas y yo íbamos con el resto de la gente que quería cruzar, a veces las cosas estaban tranquilas, sobre todo antes de llegar a la frontera, después todo se puso muy complicado, el pollero no quiso cruzar a mis abuelos, dijo que eran muy viejos y no podían sobrevivir el camino, tuvieron que pagarle lo que costo el viaje de Michoacán a Ciudad Juárez y se quedaron a vivir ahí, mi abuelo puso una tiendita de abarrotes con lo que les regresaron de dinero y rentaron un cuartito junto a la tienda en donde podían poner lo poco que tenían y cuidar de lo que iban adquiriendo.


También en Ciudad Juárez había muchas putas, pero esas no se vestían como las de Michoacán ni esperaban a que fuera de noche, ni Vivian en una casa grande, esas estaban en la calle, con ropa cortita y muchas de ellas fumaban, según el Vale era mota pero como yo no sabia que era la mota me daba lo mismo, nos pasamos un mes en Ciudad Juárez hasta que mis abuelos encontraron en donde quedarse y el pollero decidía que era buen momento para cruzar el desierto, bueno, yo no cruce ningún desierto, a mi me llevaron de la mano caminando por la frontera, el hombre con el que iba me enseño a decir “I am American, thank you very much mister cop” y algunas otras cosas que de los nervios se me olvidaron a ultimo momento, cruzamos a paso lento, el policía me a penas me vio y de los nervios me hice pipi en los pantalones, el policía se rio mucho de mi y le dijo al hombre con el que iba que me llevara al baño del otro lado de la frontera y así fue como pase de México a los Estados Unidos, orinada y con la certeza de que nunca en mi vida iba a pasar una vergüenza como esa con ningún otro Americano.


Mis padres y el Vale llegaron dos días después, el hombre que me paso la frontera me dejo en casa de una señora a la que le tuve que decir Tía pero que no había visto en mi vida, fueron los días mas fascinantes y aleccionadores de mi vida, la Tía me contaba del montón de niñas que se pierden en la frontera y terminan de putas en casas de citas, me dijo también que se ponen cosas adentro para que no se le hagan hijos y que es la forma mas rápida de ganar dinero sin tener que pagar impuestos, para cuando llegaron mis papas yo ya sabia en que esquinas se gana mas y cuando hay que salir corriendo porque aventaron el pitazo de que viene la policía.


Mi padre decidió que nos mudáramos a Los Ángeles, es una ciudad grande y extraña, de entrada te da la sensación de que los edificios se te caen encima pero si miras para abajo y ves las calles y escuchas a la gente te das cuenta de que lo que te cae encima no son edificios sino la prisa, de repente tienes prisa de todo y a todos lados quieres correr, vivimos en Huntington Park, me costo meses aprenderme el nombrecito, es un barrio latino, mas bien mexicano que te da la idea de que no has dejado el país pero que estas en una especie de punto medio entre Michoacán, Aguascalientes, Sonora y Zacatecas, osea que es México hecho bolas en un pedazo de tierra con edificios, me gustaba el apartamento, compartía el cuarto con el Vale y estaba bien aunque muchas veces me sacaba para poder quedarse solo y “hacer cosas de hombre” según el, yo estoy segura de que sacaba las revistas de encueradas que le robo a mi papa pero el decía que no y a el le creían mas por ser el mayor así que un buen día decidí dejar de pelearme con el y esconder las revistas de encueradas en el cajón del rosario de mi madre, después de ese día el Vale dejo de dejarme afuera del cuarto y yo deje que se encerrara en el baño por horas con las nuevas revistas que le robo a mi papa.


Cuando cumplí los 13 años todavía quería ser puta, pero ya no para vivir en una casa grande sino para hacer repelar a mi mama, me ponía las faldas mas chiquitas que encontraba, a veces mi mama me veía y me regresaba a la casa para que me cambiara de ropa pero siempre tenia un cinturón grande en la bolsa y solo tenia que amarrarme bien la falda al cinturón afuera de la casa para que me quedara una chiquifalda aun mas pequeña que la que había espantado a mi madre. Empecé mi carrera profesional en el Junior High pero eso ya vendrá después con un poco más tiempo.

1 commentaire:

Anonyme a dit…

Me encantaría saber más de Daisy y su primera experiencia en esos azares.